Nuevo animal marino

Son piedras de playa. Uno puede pensar que no valen nada porque hay un montón y no están a la venta, mas cualquier objeto, por vulgar que sea en apariencia, puede empaparse de valor a partir de un vínculo emocional o simplemente el valor que cada individuo quiera darle. Estas piedras las seleccionó y me las trajo alguien muy especial para mí, por ello las preferí antes que cualquier cabujón comprado específico para joyería y con un valor definido. Tienen una historia, están más cerca de lo natural y espontáneo que una piedra pulida o piedras que se explotan en minas de determinados países, muchas veces de forma abusiva y causando un grave impacto en el medio ambiente y en los seres que lo habitan, incluidos los propios seres humanos. Estas piedras pasan por muchas manos, transportes e intermediarios hasta que alguien al fin las compra para hacer una joya; la mayoría de las veces de forma industrial. En cambio, estas piedras fueron pulidas por las olas, el viento y otras piedras en las profundidades del mar para llegar a una orilla y que alguien las recogiera pensando en mí. Pasado un tiempo, un día me senté en mi banco queriendo hacerme unos pendientes para mí y vi estas dos piedrecitas tan sencillas y pequeñas entre muchas otras. Pensé que eran perfectas, quería algo ligero y sencillo, pero personal y único. Así nacieron este par de pendientes con un engarce de plata. Es una nueva forma de engarzar que me he inventado, aunque seguramente ya la hubieran empleado muchos otros antes que yo. Queda un resultado muy imperfecto y orgánico, como las mismas piedras. Se parecen a algún animal marino, pensaba en unas lapas, aunque aún no tengo muy definido cuál, tal vez uno nuevo, inventado…

Piedras de playa, engarce de plata. Pendientes hechos a mano artesanalmente. Piezas únicas.

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